sábado, 17 de agosto de 2013

La Decisión.

Y allí estaba él, sentado adelante de su lápiz y papel, poniendo un tono tras otro, haciendo uno de los artes más nobles inventados por el ser humano, armaduras, bemoles y sostenidos fluían através de su mente como fieras en estampida, tensiones e inversos ubicaba perfectamente, los pilares de la armonía solamente él sabía poner en su lugar. Tanta pasión no era posible contener, era como una presa desbordada que arrasa con los pueblos a su paso, como el andar imparable y desgarrador del tiempo...
Paró un momento y se quedó mirando fijamente al papel, no sabía que escribir, de repente vino una idea, la más ingeniosa que jamás se le pudo haber ocurrido, sí eso era, tenía que hacerlo en esa forma, sería aún más apasionado, más emocionante y excitante, tal vez así podría al fin conseguir hacer llorar a los violines y gritar a los violoncellos, cautivaría a su generación, sería puesto junto a los más grandes maestros del gran arte, pero luego dudó, esa enorme duda que acalla a los hombres que están a punto de pasar al pabellón de los inmortales, si hacía eso era probable caer en la miseria, en la ignominia, dejar atrás todo lo que la sociedad considera bueno y sano y entregarse por completo a las llamas de la eternidad. ¡oh terrible duda!, alguien dijo que la victoria más hermosa que podría lograr un ser humano era vencerse a sí mismo, no existe peor enemigo...
Miró el retrato de sus padres, quien lo habían dado todo para su educación, pero la guerra arrasó con todo y nunca supo de ellos después de los quince años, 7 años después que fue arrebatado de sus brazos para educarlo en el gran arte debido a su talento tocando el piano, ahora, que haría, se atrevería a lanzarse o se echaría hacia atrás para pasar un simple ser humano, recordó su niñez, siempre se había sentido diferente, tenía amigos, pero simplemente se sentía diferente, como si en sus manos tuviera el poder para crear algo más allá de la imaginación de los hombres simples, más allá de lo que se había creado, ¡oh terrible duda!, sintió una ansiedad profunda, una ansiedad por saber que pasaría si finalmente se atrevería a saltar, se sentía elevado, como si sus hombros empezaran a separarse de su cabeza, extasiado, miró el tintero y la pluma, dos simples instrumentos capaces de cambiarlo todo...
Pensó en que en realidad nunca le había importado las reglas sociales, es más en ese momento estaba fuera de ellas, vivir casi como un ermitaño era mal visto por una sociedad extrovertida, ¿pero quien podía reprocharle vivir así si siempre había sido un ser sensible?, recordó que la música siempre había podido sanar su cuerpo, al fin no le debía nada a nadie, fue arrebatado de los brazos de sus padres, la sociedad le debía a él, no pudo vivir una vida normal a causa de esto, pero la música lo había curado, ¿entonces por que dudaba de saltar si en realidad no le debía nada a nadie?, era por que en realidad tenía miedo, miedo de perder lo único que tenía, un poco de miserable respeto, se levantó y fue hacia la ventana, a muchos les gustaba la luna en ciertas etapas del ciclo lunar, pero a él simplemente le gustaba tal y como era, la luna siempre había sido hermosa, iluminando el cielo cuando era debido y vistiendo un vestido negro cuando le era solicitado por la naturaleza, bendito el Dios de Spinoza.
Cuando era niño, lo habían obligado a analizar sinfonías de Bach, Beethoven, Mozart, etc. de esa forma se dio cuenta de como todo en este mundo cada cosa tiene un lugar y función, era un panteista confeso, veía los rectángulos áureos en los lugares donde el hombre solo ve formas extrañas, regresó a su asiento.
Tomo la pluma con fuerza y al fin hizo una decisión, saltó.